Es sabido que Málaga fue la
provincia más representativa de la industrialización andaluza en la primera
mitad del s. XIX, sobre todo la industria siderúrgica, la química y el textil
algodonero.
En
esta ocasión hablaremos sobre la industria siderurgia, en concreto sobre la
ferrería “La Concepción” y “La Constancia”, una de las ferrerías más modernas
para su época en todo el mundo, ya que contaba con un gran número de
maquinarias como 22 pudler, 5 altos hornos, 22 máquinas de vapor y 18 calderas.
El
funcionamiento de este tipo de industria estaba condicionado por varios
factores, el abastecimiento de combustible, del que debía existir una gran
cantidad en los terrenos cercados a la fábrica, así como poseer un alto poder
calorífico. La leña, el carbón vegetal y, por último, el carbón mineral
constituían, además de un mineral de hierro de elevada ley, el recurso básico
para la construcción del hierro colado necesario para la maquinaria de alta
precisión. También eran necesarios los conocimientos tecnológicos, la
financiación y el yacimiento mineral.
En
Málaga, hacia 1826 se dieron esta serie de factores, los conocimientos
tecnológicos del excepcional ingeniero logroñés Francisco Antonio de Elorza, el
instinto financiero y empresarial de Manuel Agustín Heredia y el yacimiento de
mineral de hierro de Ojén.
Pero
encontraron un problema, como en toda la siderurgia andaluza, la energía. La
primera instalación metalúrgica de Heredia se localizó en Marbella, junto al
río Verde, el cual proporcionaba fuerza a las dos ruedas hidráulicas de la
ferrería “La Concepción” cuando hizo su primera colada en 1831. Las
dificultades técnicas inclinaron a Heredia a construir una segunda ferrería en
la malagueña playa de San Andrés con la finalidad de recibir allí las
importaciones del carbón de piedra necesario para el buen funcionamiento de las
afinerías allí instaladas. Recibió el nombre de “Constancia y Trabajo”,
emblemático nombre que resume los ideales de este empresario, y entre 1834 y
1839 trabajaron las dos fábricas a pleno rendimiento. Casi al mismo tiempo,
Juan Giró, otro industrial malagueño, puso en marcha otras dos fábricas: en
Marbella los altos hornos y en Málaga la fábrica de pudelaje “El Angel” (1841).
La
playa de San Andrés, con el correr del tiempo, se convirtió en una zona de
importantes asentamientos metalúrgicos y químicos, entre los que destacamos el
de la Constancia, la Industria Malagueña S.A., La Vers S.A., Fundición Ruperto
Heaton, Los Guindos Sociedad Minero-Metalúrgica, Dicromato Potásico y Unión
Española de Explosivos.
De
los altos hornos de “La Concepción” sólo se conservan restos de tres de los
cuatro altos hornos y trazas del cuarto, las cuadras, el abrevadero, y una
capilla que guardaba la imagen de la Virgen de la Concepción y algunas
dependencias convertidas en residencia.
La
ferrería de la Concepción es uno de los enclaves más relevantes de la historia
industrial de España. Lo demuestra el hecho de haber sido incluida en el Plan
Nacional de Patrimonio Industrial.
Los señoritos andaluces no permitieron que ello marchase para no quedarse sin esclavos para trabajar sus tierras
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